La Comuna Lo público y lo privado José Ángel Solorio Martínez

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Lo público y lo privado

 

José Ángel Solorio Martínez

 

 

 El neoliberalismo, mercantilizó todo; hasta la política; quizá por esa razón, la actual oposición no acierta a ubicar la delgada línea que separa el poder público del mercado. Eliminaron esa frontera, desde que se apropiaron del gobierno.

 Privatizaron todo.

 Y en ese proceso, perdieron toda moral, toda ética: al momento de poner en manos privadas los bienes de la nación, no tuvieron empacho en ser beneficiarios directos con la desincorporación -decían- de las empresas y los tesoros públicos.

 Esa es la grande contradicción de los dirigentes opositores; o de los que se adueñaron de los partidos opositores: actualmente, cuestionan las reformas de la IV T y su Segundo Piso, bajo el argumento que es el inicio de la pérdida de la propiedad privada.

 El líder nacional del PAN, Jorge Romero, dice:

 “Así como se apropiaron tramposamente del Poder Legislativo y Judicial y ahora del agua, Morena busca poner fin a la propiedad privada para apoderarse del patrimonio de las familias mexicanas”.

 El senador Ricardo Anaya, panista distinguido denunció que “Morena irá quitándole al pueblo lo que es suyo, comenzando con el agua. Morena hoy va por el agua. Mañana va por tu propiedad”.

 El expresidente panista Vicente Fox, salió en defensa de sus concesiones:

 “¡Alerta, México! Aprobaron una medida que pone en riesgo tu agua; sin controles, sin transparencia, sin responsabilidad”.

 Los potentados panistas, suponen que las concesiones, es la más alta expresión de la privatización; y no: las aguas son propiedad exclusiva de la nación. Sólo da en usufructo -bajo ciertas condiciones-; no en propiedad.

 Ellos ya se creían dueños plenos.

 Hasta revendían ese recurso a otros agricultores y a diversas empresas.

 Refresqueras, cerveceras y otras factorías, hicieron su agosto con los sonrientes acaparadores de agua.

 El PAN defiende a todo trance a su militancia; más bien: a cierto segmento de sus representados. Y en ello lleva su pecado: se transforma en un grupo de presión en defensa de las élites y no la representación de las bases partidistas.

 O sea: se opone, para representar los intereses de los oligarcas.

 No lo entenderán los panistas de a pie; por eso, más que un partido, el PAN opera esencialmente como una herramienta de presión. Y esa política sectaria, lo debilita para abanderar verdaderas proclamas sociales amplias, que le acerquen votos y simpatizantes.

 Tanto PAN, como el PRI están dejando de ser artefactos políticos útiles a las militancias de buena fe.

 Mientras sigan con la confusión que les impide ver los límites de lo público y lo privado, seguirán dándose contra la pared.

 Por lo que se ve: seguirán con las denostaciones y la oración  para que una fuerza extranjera venga y borre del país a la IV T y su Segundo Piso.



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